SENZA CENSURA N.24

novembre 2007

 

EDITORIAL

 

Un estado de guerra

Lo hemos repetido en varias ocasiones: se está dando un proceso de restructuración que, a grandes pasos, busca transformar de manera radical las reglas y redefinir los límites de la dialéctica social. Un proceso que, a parte de la fascistización, creemos que represente mas bien la adaptación estructural de un sistema político, económico y social que tiene como fin estratégico la guerra.

Siendo esto un desarrollo completamente nuevo para nuestra generación y como tal tiene que ser analizado, entendido y, lo posible, combatido.

En esta situación no nos deberia sorprender los contínuos ataques y acciones represivas y legislativas cada vez más graves que hemos estado presenciando desde hace tiempo, pero que de manera particular en el último período parece haberse acelerado de manera preocupante.

Es obvio para todos que en una situación de guerra rige la ley marcial: justamente donde hay más dificultad para confrontarse por lo menos desde el punto de vista político e ideológico es el hecho que ya estamos objetivamente en guerra. Poco a poco se está moviendo dentro de la conciencia colectiva la ilusión (o la certeza hipócrita) que la guerra sea una cosa desagradable pero que tiene que ver solo con lejanos mundos, lejana gente, y que en el fondo basta con oponerse con un compromiso moral de quien, desde lo alto de su propia “seguridad” democrática, asegura que la paz en el mundo as una cosa justa.

Claramente, las bombas continuan haciendo daño a los más desafortunados en otras partes del mundo, aunque de vez en cuando algún “loco” puede intentar aquí hacernos probar un pedazo de guerra.

Y nosotros como todo buen ejército que se respete, estamos comenzando a medirnos con el rigor y la ley marcial propios de cada preparación y conducción de la guerra.

Y con su proprios costos. Sí, porque la guerra cuesta. Y no solamente por la enorme cantidad de dinero que el aparato militar “chupa” cada año de los bolsillos de millones de trabajadores con destino a las misiones militares, armamentos, bases e investigacion militar...

Y también cuesta enormemente desde el punto de vista político.

Agotada desde hace decenas de años la esperanza para el occidente capitalista de poder darle infinita continuidad al desarrollo económico y de poder administrar el dominio a través de una cuidadosa distribución de la riqueza, la guerra es el único business capaz de arrastrar un sistema que de manera irreversible está en crisis y que permite al mismo tiempo de acaparar riquezas cada vez más importantes con la esperanza de garantizarse un futuro. Así de manera breve puede ser definida la estratégia en la cual estan centradas las líneas actuales de gobierno del imperialismo, inducidas y favorecidas por las lobbies estadounidenses de buena manera.

En este momento, no participar en la guerra como estado o como gobierno es imposible sin poner en discusión toda la estructura y por ende el sistema mismo. Ya no es únicamente un problema de “alianzas”: la única posibilidad es aquella de estar en el juego compartiendo hasta el final el objectivo común y buscando extraer la mayor ventaja posible de las cartas que quepan en la mano.

Pero esto implica que cada “jugador” debe empeñarse exclusivamente en la cuestión estratégica, de concentrar todo su esfuerzo y todas su riquezas sobre este objetivo.

Por ende, ya no hay más espacios para singularidades (locales o nacionales), ni para las autonomías, siendo todo pensado preponderantemente en el plano internacional (como mínimo europeo).

Reafirmamos el hecho que se ha perdido de manera objetiva toda perspectiva “reformista” ya que prácticamente no existen más espacios de maniobra, ni desde el punto de vista político ni mucho menos desde el económico, fuera de las líneas guías establecidas a nivel general.

El ejemplo más evidente es el gobierno de centro izquierda, como también es claro el equilibrismo extremo al cual se ven obligados los partidos de la “izquierda” institucionales, en su esfuerzo demagógico de cubrir con la movilización de calle su malvado alineamiento a la volutad del gobierno y de los patrones.

Sin duda queda claro que la reducción de los espacios de acción política y el control de todo tipo de oposición es para el poder una prioridad imprescindible en todos los niveles, tanto del internacional como del local.

En este sentido nos interesa demostrar otro aspecto mas específico de este proceso, que está caracterizando la cotidianidad de la vida política de muchos territorios y por consecuente la práctica de las experiencias de recomposición que intentan moverse en su interior: la conocida “campaña de seguridad”.

Nuestra impresión es que, desde el punto de vista de las administraciones locales, la “cruzada de la seguridad” de algunos alcaldes este dando resultados análogos a los obtenidos años atrás en el aspecto judicial, donde se pasó de las grandes campañas represivas antiterroristas a nivel nacional (en los 80), a la consolidación a nivel local de los “pool” (grupos de magistrados) de asalto empeñados en la represión a nivel territorial.

Este desarrollo no se da únicamente por la necesidad de protagonismo de los diferentes alcaldes, mas bien por la necesidad de juntar al trabajo de magistratura y fuerzas de policía una acción de propaganda y de control a lo interno de las “comunidades” territoriales, que legítima política y socialmente el trabajo represivo.

Esto se traduce en un aumento de los poderes en manos de los alcaldes, de las contínuas campañas mediáticas sobre la “seguridad” y de la introducción de reglas y disposiciones locales delirantes. Esto obviamente permite la apertura de acciones represivas verdaderas como por ejemplo la olas de desalojos en el verano y los continuos actos judiciales represivos en estos últimos meses.

A parte de los efectos inmediatos sobre las personas directamente afectadas, el objectivo concreto que se busca a través de las exageradas campañas mediátcas y judiciales es de desalentar en lo interno de los tejidos sociales, creando un clima de intimidación y de desconfianza sobre las posibilidades reales de desarrollar formas de crítica al poder.

Además este tipo de campañas favorecen las transformaciones estructurales y de sistema, legitimando la aprobación de nuevas normativas más y más limitantes que, introducidas inicialmente sobre casos específicos, son progresivamente aplicadas a todo el ámbito social.

Y si los militantes políticos y sindicales de los grupos políticos antagonistas (izquierda no institucional) son como siempre el blanco favorito de la represión, se puede ver como en realidad el impacto de estas acciones involucra cada vez más a otros ámbitos sociales, atacados de manera más o menos directa por parte de los procesos de restructuración actuales y que por esto son preventivamente controlados y desilusionados.

En conclusión las políticas represivas y de “seguridad” se convierten en un aspecto cada vez más común en los países del occidente capitalista, empeñados con fuerza en combinar a las propias políticas de agresión a nivel internacional, un frente “interno” imprescindible para su propia estabilidad. En efecto es posible ver una substancial homogeneidad y continuidad entre los países europeos que internamente desarrollan políticas económicas antipopulares, reforma institucional, estratégias represivas y en el exterior, progresivas extensiones de sus proyecciones político militares como Polo Imperialista Europeo. Entonces no nos debe sorprender si nos encontramos con una gran similitud entre Cofferati (alcalde de Boloña que desde siempre ha sido un adelantado laboratorio represivo...) y las acciones represivas de Garzón que busca entorpecer las reivindicaciones del independentismo vasco. O tampoco nos debe sorprender la poca diferencia entre la acciones preventivas contra los militantes antimperialistas en Alemania y la investigaciones judiciales basadas sobre la legislación de los delitos asociativos contra centenares de militantes políticos y sindicales aquí en Italia. Otro ejemplo de similitud son los CPT (cárcel administrativa italiana para inmigrantes indocumentados) y que existen también en Europa. Nos encontramos también con fuertes procesos de restructuración, de “precarización” de la condición salarial, desde la fábrica al sector público. En cada país estos procesos son aplicados en perjuicio de los trabajadores con la ayuda cómplice de los sindicatos oficiales...entre otros ejemplos.

En este número de la revista hemos buscado profundizar algunos de estos aspectos con entrevistas y materiales directos que según nosotros pueden ser interesantes para desarrollar en concreto este tipo de reflexiones.

Buena lectura y buen trabajo!

 

 

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